El color punzante de sentirse imagen
marco del cuerpo y vidrio de los ojos.
Con las cerdas de las manos
volcarse óleo en los huesos
telas teñidas en la medula ósea
sin necesidad de evacuar la sangre.
Pigmentarse de tierra y cielo
letras blancas en defensa del enfermo que nos habita
letras rojas que trafican oxigeno
sabor de piedra humedecida.
Se encienden de otoño
invaden la nuca y se desnudan ramas
fallecen en cada bastidor.
No hay apoyo para los pájaros hambrientos de plumas
que buscan otro lugar donde posarse
donde beber el agua que diluya
sus colores eternos y sus vuelos eternos.
No hay sol que opaque mármoles pulidos como la garganta
mesada que asiente y fragmente de luz
boca manchada sin remedio de limpieza.
Cosemos lienzos en la piel
nos espían de silencio que prolifera
la sangre y el dibujo.
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