sábado, 1 de diciembre de 2007

Paredes desnudas

se transparentan con la luna
como agua de río dulce
que se avergüenza del recelo
a la profusión rocosa
que habita su profundidad.

Como si la naturaleza
fuese humillante.

Las paredes crujen
se sospechan culpables
untadas en vehemencia
se humedecen
se injurian
hasta ser prólogo
de obra desconocida.

Las paredes que limosnean
cualquier retazo de tela
de papel
de lo que sea para cubrirse la piel.

Y yo que atestiguo el miedo
engendrado en mis paredes
ya no se de que color
vestir la noche.

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